Superar una ruptura amorosa puede sentirse como un camino interminable. A veces, pasan los meses —o incluso los años— y el recuerdo de esa persona sigue ahí. ¿Es normal? ¿Cuánto tiempo hace falta para pasar página por completo? La ciencia ha intentado responder a esta incógnita con datos concretos y resultados reveladores.
¿Cuánto tarda realmente en sanar una ruptura?
Aunque cada persona vive el duelo de forma distinta, un reciente estudio de la Universidad de Illinois ha logrado ponerle cifras al proceso de desvincularse emocionalmente de una expareja. No se trata solo de dejar de sentir dolor o nostalgia, sino de alcanzar un punto en el que esa persona nos resulte tan indiferente como un completo desconocido.
Para ello, analizaron el caso de 328 voluntarios que habían tenido relaciones largas —de al menos dos años— y que llevaban un tiempo separados. La mayoría eran mujeres de poco más de 30 años, y la media de duración de las relaciones fue de 4,6 años. Algunos llevaban pocos meses separados, otros más de una década.
El objetivo era medir su nivel de apego emocional con la expareja y compararlo con la indiferencia que sentían hacia un extraño. El resultado: se tarda de media 4,18 años en superar parcialmente una ruptura, y alrededor de 8 años en superarla por completo. Sí, ocho años. Aunque no todo está perdido: algunos casos muestran que este tiempo puede acortarse considerablemente.
Las claves que aceleran —o dificultan— la recuperación
Una de las herramientas más efectivas para dejar atrás una relación fue el contacto cero. Aquellas personas que habían logrado cortar toda comunicación con su ex mostraban una recuperación emocional más rápida. Mantener el vínculo —aunque sea con mensajes esporádicos— tiende a reavivar el apego y alargar el proceso.
Por otro lado, quienes experimentaban ansiedad o dependencia emocional presentaban mayores dificultades para avanzar. En estos casos, el acompañamiento psicológico puede ser clave para procesar la ruptura de manera más saludable. La terapia no solo ayuda a soltar, sino también a reconstruir la autoestima y desarrollar vínculos más sanos a futuro.
El factor más complejo, sin embargo, fueron los hijos en común. Compartir la crianza implica mantener un lazo inevitable que puede hacer más difícil ver al otro como un desconocido. Aun así, muchos participantes afirmaron que, con el tiempo y el trabajo emocional adecuado, también lograron sanar el vínculo.
El final llega, aunque ahora no lo parezca
La fase más dolorosa de una ruptura no dura para siempre, aunque en medio del duelo parezca interminable. Poco a poco, el corazón se acomoda, la vida sigue, y la persona que fue esencial empieza a ocupar un lugar más distante. Quizás no se olvida, pero sí se deja atrás.
Si estás transitando una separación, recuerda: esto también pasará. El dolor mengua, el vínculo se disuelve, y tú volverás a sentirte bien. Tal vez no mañana, ni el mes que viene. Pero llegará. Y mucho antes de lo que crees.
Fuente: Hipertextual.


